Este año nos complace comunicaros que, ¡¡ya hacemos 3 años desde que se creó el Aula de apoyo a la integración!! Con la novedad de contar con los refuerzos Covid y la nueva incorporación de la seño Elena a este nuevo cargo.
Chari nos dejó un buen legado del cual estamos especialmente agradecidos, con ello y el refuerzo de Manuel, Chema y Tere, nuestros alumnos van avanzando en su proceso de aprendizaje sin dejar de lado la entera disposición de los tutor@s/profesores en este año tan atípico que nos ha tocado vivir.
Todos los alumn@s se han adaptado muy bien a la nueva circunstancia, asumiendo nuevos retos y afrontándolos con más o menos dificultad, teniendo en cuenta que las familias siempre están para coordinarse y apoyar al centro en todo lo que se necesite.
No queremos despedirnos sin antes dar las GRACIAS a los que han confiado en nosotros para llevar a cabo esta tarea tan bonita, gratificante y motivadora en nuestro qué hacer diario. Nuestros alumnos son lo mejor que nos aporta la enseñanza, el colegio, y en definitiva… la vida.
“Si enseñamos a los niños a aceptar la DIVERSIDAD como algo normal no será necesario hablar de INCLUSIÓN si no de CONVIVENCIA”.
En el ideario de los centros católicos, la educación en valores, como expresión del humanismo cristiano, ocupa un lugar de privilegio. Se acentúa esta dimensión de la formación educativa a sabiendas de que una preparación académica de calidad nos deja a medio camino si no atiende en la misma medida a la formación integral de la persona.
El programa TEI, de tutoría entre iguales, se alinea completamente con esta perspectiva, convirtiendo el centro escolar en un lugar privilegiado para el entrenamiento efectivo de las habilidades y capacidades que hemos de esperar de los alumnos y alumnas formados en nuestras instituciones. La capacidad para convertirnos en protectores y cuidadores de otras personas que no forman parte de nuestra familia o de los que tenemos por afines, puede señalar la diferencia sustantiva entre lo que se espera de cualquiera y lo que se puede esperar del que va más allá de su círculo de intereses personales. El TEI es un instrumento eficaz en el despliegue de una “pedagogía de la fraternidad”, no formulada solamente en términos de ideales, sino como una práctica verdaderamente encarnada.
Cuando el alumnado, realizando las funciones de tutor TEI, acompaña, supervisa, ayuda y protege a otros alumnos menores, está ejercitando y desarrollando la empatía del buen samaritano, que hace suyo el dolor y el sufrimiento ajenos.
La carta encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, es una clara invitación a profundizar en el papel que los centros educativos católicos pueden desempeñar en promover ese cambio de mirada ante los más vulnerables. Es un documento, hondo y rico, magistralmente formulado, capaz de suscitar amplios consensos sobre la importancia y el origen de los males que aquejan a la humanidad, “las sombras de un mundo cerrado” y como las soluciones propuestas pasan por un permanente redescubrimiento del bien que nos trae la fraternidad entre las personas, una fraternidad que yendo más allá de los círculos estrechos de la familia y los amigos, nos proyecta hacia todos aquellos que sufren, ya sean cercanos o lejanos, conocidos o no. “Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás” (87).
Esa fraternidad la vincula el Papa a la naturaleza humana y a la felicidad de quien busca el apego a lo bueno, a través de una vida servicio: “el servicio es en gran parte cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo”. En esta tarea cada uno es capaz “de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de lo más frágiles […] El servicio mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos “le padece” y busca la promoción del hermano. Por eso el servicio no es ideológico, ya que no sirve a ideas, sino que sirve a personas”.
En el capítulo segundo, “un extraño en el camino”, cuando el Papa hace uso del conocido relato evangélico del buen samaritano, nos invita a profundizar en las raíces de la fraternidad, analizando el papel jugado por los distintos protagonistas de la parábola. Hablando de los ladrones que en el relato robaron e hirieron al caminante, escribe: “Los salteadores del camino suelen tener como aliados a los que “pasan por el camino mirando a otro lado” (75). Es una referencia muy directa al papel tan negativo que tienen los espectadores de una agresión al inhibirse y no poner freno o no denunciar lo que están presenciando. Nos recuerda el gran énfasis que pone la pedagogía TEI en movilizar a quienes presencian y asisten a situaciones donde una persona humilla a otra, por el simple placer de hacerle daño y de demostrar que puede proceder así ya que nadie está dispuesto a interponerse e impedirlo. La pregunta que cualquiera hemos de responder: ¿Dejaremos tirado al que está lastimado para correr cada uno a guarecerse de la violencia o a perseguir a los ladrones?” (73)
Más adelante nos recuerda: “Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esa actitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano” (79). “La propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia. […] Es decir nos interpela a dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera”. (81)
La carta encíclica nos ofrece también referencias al papel esencial de la educación, ya aludidas anteriormente: “Los educadores y los formadores que, en la escuela o en los diferentes centros de asociación infantil y juvenil, tienen la ardua tarea de educar a los niños y jóvenes, están llamados a tomar conciencia de que su responsabilidad tiene que ver con las dimensiones morales, espirituales y sociales de la persona”. (114)
Nos recuerda el que libertad e igualdad sin fraternidad nos llevan sino a un repliegue sobre las necesidades individuales: “La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad. ¿Qué ocurre sin la fraternidad cultivada conscientemente, sin una voluntad política de fraternidad, traducida en una educación para la fraternidad, para el diálogo, para el descubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores?” (103). El TEI, es sin duda muchas cosas, pero a la luz de Fratelli tutti, quizás se percibe que es, sobre todo, una eficaz pedagogía de la fraternidad.