Puertas abiertas
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Confinamiento – ESO

Mensaje del director

Ha pasado ya un tiempo, pero sigue vivo en mi memoria ese marzo de 2020. Como si el devenir del tiempo se hubiese detenido en el almanaque de un mes con tantos recuerdos inolvidables: las lágrimas derramadas por una adolescencia prometedora que queda truncada, ese adiós triste y emocionado desde la fría soledad de la distancia, esa inquieta espera por vivir con ilusión la experiencia de una nueva semana santa, la suspensión temporal de las clases, la declaración del estado de alarma y confinamiento en casa, la amenaza de una pandemia con altas dosis de virulencia… Son muchas las emociones que sobrevienen, muchas cosas que nos han impactado, y a las que no podemos permanecer indiferentes. Una huella imborrable para tantos y tantos estudiantes sorprendidos por una situación tan insólita: el colegio cerrado en pleno curso.

Nos hemos enfrentado a algo desconocido, hemos sentido miedo por la faltad de seguridades, hemos vivido tiempos de incertidumbre, hemos ansiado encontrar una pequeña luz al final del túnel… Pero hemos logrado sobreponemos y agarrarnos a la esperanza, hemos reaccionado con creatividad y agradecimiento.

De la noche a la mañana nuestras vidas han cambiado, hemos tenido que modificar nuestras rutinas, y adaptarnos repentinamente a algo que nos resultaba  extraño. Como si un mago pusiera en acción su varita misteriosa. Precisamente cuando empezaba a brotar una primavera desbordante de vida, cortamos de raíz con las leyes de la naturaleza. Cuando la vida fluye jubilosa durante cada jornada escolar, el colegio permanece en silencio. Cuando cada día deseamos vivir experiencias novedosas, nos tenemos que confinar en casa. Cuando soñabas ese viaje con tus compañeros, se limita nuestra movilidad. Cuando pensabas en la suspensión temporal de las clases, resulta que ha tornado en definitiva. O que se suspendían las clases… pero sólo de forma presencial.

Qué curiosa paradoja la experiencia que hemos vivido: no ir al colegio sin estar de vacaciones, ayudar quedándose en casa, saludar no dándonos la mano, querernos sin besos ni abrazos, cuidarnos sin visitar al enfermo, relacionarnos desde la lejanía, colaborar entre naciones cerrando fronteras… Parece que todo es normal, cuando nada es natural.  

Y qué extraordinaria la capacidad de adaptación: de convertir lo inverosímil en normalidad, de lograr centrar nuestros quehaceres desde la distancia, de suplir las rutinas diarias por creatividad, de transformar las contrariedades en nuevas oportunidades…

Hemos tenido héroes: el personal sanitario, las fuerzas de seguridad del Estado y otros profesionales que se han hecho imprescindibles… que no han escatimado esfuerzos por los demás. Hemos tenido víctimas: las personas que han sufrido los duros efectos de la pandemia. Y hemos tenido también campeones: todos los niños y niñas, cuya actitud ha sido ejemplar… No podemos por menos que agradecer vuestra modélica disposición y vuestra capacidad de adaptación a una situación tan novedosa como atípica.

Para toda la Comunidad Educativa este tiempo de obligado “Home School” se ha convertido en una “escuela de aprendizaje” diferente. Desde el optimismo, hemos tenido la ocasión de transformar las dificultades en oportunidades, de entender este tiempo como un escenario para seguir aprendiendo, quizá no tanto aprendiendo matemáticas, inglés, conocimiento del medio…, sino para aprender otras grandes lecciones de la vida: establecer criterios o diferenciar lo prioritario de lo secundario, aprender a renunciar (a quedarse en casa para proteger a los demás), a educar la paciencia y la responsabilidad, a percibir el gran valor de las pequeñas cosas de cada día, a sacar lo mejor de nuestro interior, a admirar la solidaridad del ser humano… Estoy seguro que, para todos, esto ha supuesto una de las lecciones magistrales para la vida.

Ahora es tiempo de disfrutar de unas merecidas vacaciones. Pero no podemos olvidar que esto no es más que un alto en el camino, porque en el fondo todos deseamos reencontrarnos de nuevo en el Colegio y olvidar este paréntesis. Porque aunque el trabajo online, el youtube, las videoconferencias… están muy bien, está mucho mejor mirar a los ojos, dar una palmada en la espalda o corregir un fallo, la convivencia diaria, el olor a plastilina, las relaciones en el recreo, la resolución de dudas al instante, las tareas cooperativas y colaborativas, algo que jamás podrá ofrecer ninguna plataforma virtual, porque la educación  no se hace de wifi a wifi, sino de mente a mente y de corazón a corazón.

Mi más sincero agradecimiento a toda la Comunidad Educativa (alumnos, padres y profesores) por el esfuerzo para sobreponerse a las dificultades, por vuestra entrega generosa y por la capacidad de comprensión.

¡Un fuerte aplauso!